La libertad de las mujeres ha sido la bandera de los "liberadores" occidentales. Y la libertad de las mujeres es el primer objetivo de la restauración talibán en Afganistán.
Se acabó la escuela, la desgarradora despedida de las maestras a sus alumnos, el alejamiento del trabajo -las plazas son sólo para los hombres-, la reclusión de nuevo, la obligación de tener un tutor masculino siempre a su lado, las jóvenes sin marido y las viudas sacrificadas a las necesidades de los guerreros, la prisión de velos y burkas sacados de los baúles.
Todo signo de libertad femenina, incluso los carteles publicitarios, en estas horas se está meticulosamente borrados por los viejos-nuevos amos del paísacogidos como liberadores del yugo de Occidente, mientras avanzaban rápidamente hacia Kabul, sin encontrar ninguna resistencia, para refundar la "Unión Europea".Emirato Islámico.
Desde el principio, los cuerpos de las mujeres han sido peones, objetivos y campos de juego en una partida entre hombres: torturadores, yihadistas, soldados, "liberadores", vendedores de democracia, empresarios, corruptos, fugitivos cobardes, traidores.
Las consecuencias de lo que los medios de comunicación llaman hoy en día la "debacle de Occidente" y el nuevo Vietnam son actualmente incalculables. Pero no hace falta ningún cálculo para saber lo que va a pasar con las mujeres afganas: ya lo estamos viendo, ya lo hemos visto desde hace siglos, la carne de todos nosotros lleva las señales, de madre a hija, la violencia y la opresión.
No hay un nosotros y un ellos. Lo que les ocurre a ellos -ser borrados, desaparecer- también puede ocurrirnos a nosotros. Su lucha, su resistencia, es también la nuestra.
El fútbol masculino ha sido y sigue siendo un fracaso, y no sólo en Afganistán. Todos sus partidos terminan mal. Y las mujeres, en todo el mundo, somos las primeras en pagar el precio de los actos de los hombres insensatos.
Debemos unirnos y activar nuestras redes internacionales para exigir con una sola voz a los gobiernos de nuestros países que organicen la acogida y los corredores humanitarios para mujeres y niñas. (en el aeropuerto de Kabul, sólo se ven hombres tratando de escapar).
No debemos dejar solas a las mujeres y niñas afganas porque no debemos dejarnos solas a nosotras mismas.
No los dejemos solos.
Marina Terragni