I estudios de género, nacidas para acoger el conocimiento femenino y representarlo en las academias, hace tiempo que se reserva transfeminista y queer (explica aquí Julie Bindel). Provincialmente ly las universidades italianas siguen la tendencia -el fenómeno está muy arraigado en el mundo anglosajón y, de hecho, muestra algunos signos de desaceleración. Propuestas como esta de la Universidad de Turín, Departamento de Derecho: "Seminario Derecho Lgbtq+" (...), un compendio de las cuestiones de esa subcultura -poliamor, útero de alquiler, "homogeneidad", queer y derecho- presentadas y discutidas en una sola voz.
Como se recomienda Stonewall, la mayor organización LGBT+ del mundo, nunca acuerdan enfrentarse entre sí (preferiblemente asegúrese de amordazar al antagonista político). De hecho, se puede correr el riesgo de tropezar con algún argumento y no saber cómo contrarrestarlo. El filósofo Mary Lang lo define como "Voltaire al revés'.o "Estoy de acuerdo con las cosas que te gustaría decir, pero lucharé a muerte para que no las digas".
El llamado sin plataforma (No te dejaré hablar si no dices lo que quiero) es lo contrario de libertad de expresión, La libre expresión del pensamiento que debe estar en el centro de toda actividad académica, y es la tratamiento de las feministas críticas con el género en particular como Germaine Greer e Silvyane Agacinski, cuyo discurso fue cancelado tras las movilizaciones estudiantiles amenazantes en la Universidad de Burdeos-Montaigne. También provincialmente y de forma algo grotesca hace unos meses en Bolonia Porpora Marcascianopresidente honorario del MIT, Trans Identity Movement, se aventuró "Saquen a los Terf de las universidades". después de escuchar una conferencia del profesor Gianna Pomata que no se inclinó ante el supremacismo queer.
En Clasificación de 55 universidades estadounidenses según el grado de libertad de expresión por el proyecto independiente Política RealClearLas renombradas Harvard, Princeton y Berkeley ocuparon los puestos 46, 29 y 28, respectivamente. La única excepción fue Chicago, donde el rector tuvo que aclarar que "no aceptaron la cancelación de conferencias por las ideas de los ponentes, no permitieron lugares en los que no se preguntara sobre convicciones sexuales o religiosas (espacios seguros)".
Las academias han sido durante demasiado tiempo un lugar de producción, difusión y custodia de la teoría queer. Aunque "reglas académicas estándar para la producción de conocimiento", explica el profesor británico Kathleen Stock "no se observan actualmente en los campos relacionados con el sexo y el género. Todo este ámbito académico está inaceptablemente politizado. Ciertas publicaciones y ciertos textos son tratados como textos sagrados en lugar de ser discutidos....".
Es hora de que el feminismo recupere su espacio en las escuelas y universidades.
Marina Terragni