Hay algo bueno aquí.
En los últimos años nos hemos resistido a lainvasión de ser mujer por parte de los hombres. En realidad es sólo la última figura de la vieja historia de envidia de todos los tiempos, o el patriarcado.
Los hombres siempre han querido apropiarse del ser-mujer y de su poder creativo, explotando el cuerpo de las mujeres en todos los sentidos y ocupando el centro del mundo. Lo bueno es que Hoy, el lenguaje revela este movimiento en toda su claridad.. Hoy en día, un número importante de hombres exige el acceso a ser mujer.a. Nacer en el cuerpo de una mujer se declara explícitamente como "privilegio"Este es un bonito salto en la claridad. Es un tabú que se rompe.
Siempre intentaron convencernos de que nacer en el cuerpo de una mujer era una desgracia.y que lo pagaríamos muy caro. Que debido a nuestros cuerpos sexuales femeninos nuestras vidas serían menos libres y estarían sujetas a la dominación. Demasiados, afortunadamente no todos, siguen dejándose convencer por esta lectura.
Pero Hoy en día, el transactivismo habla claramente del "privilegio" de haber nacido en un cuerpo femenino. Para ser precisos, dice que si naces en un cuerpo de mujer, disfrutas de un "privilegio" que las no mujeres -los hombres- sólo pueden intentar conquistar con una dura lucha, tomando hormonas, sometiéndose a manipulaciones quirúrgicas que nunca conseguirán el objetivo.
¡Por fin está todo tan claro!
Judith Butler insiste en que la "categoría" de las mujeres debe ser abierta e inclusiva para las subjetividades que no son exclusivamente mujeres nacidas mujeres. No parece haber la misma urgencia con respecto a la "categoría" de los hombres.
¿Cómo se explica esto? el creciente deseo humano de formar parte de la "categoría" de las mujeres¿o poder afiliarse si uno no goza de este "privilegio" desde su nacimiento?
Los hombres -todos los hombres- son conscientes de la grandeza de las mujeres.. Saben que han usurpado su lugar en el centro del mundo, y que ese lugar no les correspondía. Y saben que ha llegado a las cuerdas.
Todo hombre lo sabe, y en su vida privada siempre busca una mujer en la que apoyarse, confía en la capacidad de una mujer para gobernar las cosas, mientras que en la esfera pública no quiere renunciar a la exclusividad del sexo. Son sobre todo los hombres -incluso más que las mujeres, que son inducidas a olvidarlo- los que titulares del secreto de la grandeza femenina, conscientes de la injusticia de la exclusión.
Los hombres no olvidan el poder de la mujer que les dio a luz y al no ser mujeres buscan a su vez para su vida una mujer que puedan domesticar y controlar, a la que se confíen como niños sin sentirse amenazados. Sobre todo recuerdan la verdad del mundo que reivindicaba a la mujer como centro del ser humanoy la violación por ellos de esta disposición natural de las cosas.
Pero ahora esta reivindicación del mundo se reafirma con la amenaza de extinción humanacrisis ambiental y climática y la pandemia -sea cual sea su origen- nos dicen que el prometeísmo masculino ha llegado a su fin -alternativamente, al final de la carrera somos nosotros-. E indican una civilización con raíces femeninas como la forma de salvar la especie.
Un número importante de hombres está presionando para formar parte de esta necesaria souveraineté femenino, reclama ser incluido en las filas de los "privilegiados". Los principales medios de inclusión, violentamente afirmados, son la reproducción artificial del ser humano -todas las técnicas-, el trasplante uterino, el embarazo y la lactancia masculina, la anulación y la sustitución de la madre por un vientre de alquiler, las "terapias" farmacológicas y quirúrgicas del cuerpo, la manipulación genética, la fetichización del cuerpo femenino y de sus funciones.
Estos son algunos de los medios por los que la llamada transición transhumana. Pero el transhumanismo se configura "homeopáticamente" como un un superprometismo que debería reparar el daño hecho por el prometeísmo.
El transhumanismo constituye un intento extremo de resistencia al patriarcado histórico. Admite la necesidad de un inaplazable souveraineté mujer, pero exige que los hombres sigan siendo soberanos también en este souveraineté, de nuevo sustituyendo a las mujeres como mujeres más cierto simples "nativos". Primeras damas, en definitiva.
La respuesta a este pasaje histórico sólo puede ser una civilización con raíces femeninas, civilización un tanto a-histórica porque, si existe una naturaleza así es como la naturaleza había dispuesto las cosas para la especie humana. Una disposición que todavía podemos observar en los rarísimos enclaves matrilineales donde los hombres encuentran su lugar pacífico en el mundo.
Algunos podrían objetar que si es a la "categoría" de mujeres a la que se le pide que se abra para ser lo más inclusiva posible, si es a las mujeres "nativas" a las que se les pide que renuncien al uso exclusivo del nombre "mujer" para conformarse con ser definidas como "cuerpos con vagina" (The Lancet), en realidad observamos un enorme aumento de las transiciones FtM (ahora 8 de cada 10 casos) muy rara hasta hace unos 20 años o incluso menos. Chicas que renuncian al "privilegio" de haber nacido mujeres para identificarse como hombres.. Sin embargo, este fenómeno no puede incluirse en la perspectiva transhumana.
La gran mayoría de las transiciones de FtM no son más que la manifestación más radical y extrema de la "vieja" emancipación. (ver aquí). Estas jóvenes siguen sometidas al engaño patriarcal de interpretar el hecho de nacer en un cuerpo femenino como una desgracia que hay que remediar de alguna manera. Que aún no han tomado conciencia de la "indecible suerte de haber nacido mujer". (Luisa Muraro). La fortuna, que hoy se llama "privilegio". El fenómeno de las chicas FtM hace un uso imitativo de parte de la parafernalia simbólica transhumana, pero no participa en ella más que utilizando su lenguaje, un aplanamiento igualitario que oculta la realidad de la diferencia sexual.
Marina Terragni