Michela Marzano reanuda en La República el debate en curso en el Partido Laborista británico -y en toda la izquierda liberal occidental: ahora sólo hay eso- sobre el tema surrealista "¿Quién es una mujer?"frente a la cual incluso el patriarca Sigmund Freud, que había derivado la mayor parte de su ciencia y lenguaje de las mujeres -las histéricas- se había mostrado más justo y respetuoso.
El tema que agita a los laboristas se refiere a las llamadas mujeres trans, es decir, personas nacidas hombres que han decidido adaptar cosméticamente su cuerpo a su autopercepción de pertenecer a un sexo diferente al de nacimiento, condición denominada disforia de género y que desde 2018 la OMS define como "trastorno de la salud sexual: ¿son esas personas mujeres o no?
Lo primero que hay que destacar del didáctico artículo de Marzano es la uso indiferente del epíteto misógino TERF (Feminista radical transexcluyente) que utiliza como definición y es en cambio un insulto (Terf es un insulto) ahora prohibida incluso por gran parte de la prensa convencional (El New York Times, El Economista, Corriere della Sera) precisamente porque se reconoce como marca de la infamia¿Existe la esperanza de que Marzano y La Repubblica lleguen tarde o temprano?
Pero en el texto de Marzano también hay información errónea y omisiones.
Hasta hace poco, las mujeres trans eran precisamente hombres que habían emprendido un camino psicológico, farmacológico y quirúrgico -y finalmente anagráfico- para definirse como tales. No hay pruebas de que estos llamados transexuales hayan sido excluidos de los grupos o iniciativas feministas -aunque pocos parecían interesados en formar parte de ella-. Sin embargo, hoy en día la definición de mujer trans incluye también a los hombres que mantienen su cuerpo masculino, incluidos los genitales, completamente intacto. -el famoso mujeres con pene- y que se definen a sí mismas como mujeres por mera autodeclaración, reclamando poder frecuentar cualquier espacio reservado al sexo femenino. De los espacios físicos (vestuarios, casas de acogida, pabellones de hospitales y prisiones: cabe recordar a Marzano, que omite elegantemente, que la se multiplican los casos de violencia sexual y los embarazos celulares) a las simbólicas: cuotas laborales, políticas, estadísticas, etc.: quizá haya oído hablar del fenómeno grotesco de los violadores de mujeres, pero no lo menciona. Este es el llamado transgénero.
Los problemas que mejor se analizan son Robert Wintemute (ver aquí) profesor de derecho y experto en derechos humanos del King's College de Londres que en 2006 participó en la redacción del famoso principios de Yogyakarta (¿ha oído Marzano hablar de ellos?), principios que han guiado todas las políticas trans posteriores y que no mencione la palabra mujer ni una sola vez.
Hoy Wintemute está arrepentido. Dice que los derechos de las mujeres no fueron considerados durante la reunión, y que debería haber cuestionado ciertos aspectos de los principios. Admite que "no consideró" que "las mujeres trans que aún poseen sus genitales masculinos buscarían acceder a espacios sólo para mujeres": nadie pensaba que los hombres con los genitales intactos pudieran acceder a los espacios de las mujeres".. Wintemute dice que asumió que la mayoría de las mujeres trans querrían operarsecomo era el caso en ese momento.
Wintemute, que es gay, dice: "Un factor clave en mi cambio de opinión fue escuchar a las mujeres".. Al parecer, Michela Marzano no los escucha.
Bueno, nunca se ha visto a una feminista que no sepa escuchar a las mujeres.
Marina Terragni