El panorama del figlicidio de Mascalucia aún no está del todo claroSi el crimen fue premeditado (el último abrazo entre madre e hija a la salida de la guardería fue desgarrador), si la niña estaba en su sano juicio, si actuó sola, etc. Los investigadores harán su trabajo, el tribunal establecerá la responsabilidad y el castigo, aunque ningún castigo puede ser mayor que el que la madre se infligió a sí misma con su terrible acto.
Pero una cosa se aplica a todas las madres del mundo, también para el de Mascalucia: las madres no pueden ser dejadas solas. Este es un condición completamente antinatural y potencialmente arriesgado incluso desde el punto de vista psicológico para la criatura y la mujer que la ha parido. Para criar a un niño se necesita un puebloy este pueblo (la familia, la comunidad, las relaciones de vecindad, el compartir con otras madres) es unexperiencia cada vez más rara. La necesidad es aún más aguda si no hay un padre al lado de la madre, pero incluso un padre no es suficiente para sustituir esa complejo tejido relacional que da a luz a la madre en una especie de gestación social, y que la acompaña y apoya en su más preciada tarea de iniciar a una criatura en la vida.
Le La disminución de las familias, las comunidades cada vez más desarticuladas, las relaciones cada vez más enrarecidas -y la maternidad obstaculizada en todos los ámbitos, tal vez como nunca antes en la historia- apuntan a una necesidad urgente e inciertael de ofrecen a las madres oportunidades de reunirse, compartir y poner en común sus experiencias.
Llamémoslas con un nombre feo: maternidades -seguramente debe haber uno mejor-. de libre acceso, con poca o ninguna institucionalización, equipadas con las instalaciones mínimas necesarias para que sean acogedoras y confortables, básicamente "autogestionado aunque esté vinculada a posibles servicios de ayuda -cuando sea necesario- y posiblemente también atendida por doule expertos en el apoyo a las madres de niños pequeños. Lugares de relación e intercambio, no de tecnificación, medicalización y psicologización de la función materna (y de hecho preservado del clamor de las palabras técnicas), donde las madres compartir y difundir libremente sus conocimientos, y no sentirse aprendices de un "oficio" regulado por otros.
Lugares donde la energía y las palabras femeninas circulan en abundancia, sacando toda la alegría y el placer posiblesy en el que hacer amigos con los demás no es sólo una función del niño. En el que, sobre todo, se funda la civilización.
Necesitamos lugares como éste en todos los países y en todos los distritos de las grandes ciudades: ¿algún alcalde o alcaldesa nos escuchará?
Marina Terragni