Dos estudios muy recientes -uno publicado el 17 de abril en la revista científica Acta Pediátrica y titulado Una revisión sistemática del tratamiento hormonal para niños con disforia de género y recomendaciones para la investigaciónel otro hecha pública el 14 de abril por Informes actuales sobre salud sexual, título Preocupaciones actuales sobre la terapia de afirmación de género en adolescentes- se centran en "terapias" farmacológicas y quirúrgicas para chicas y chicos con comportamientos no conformes con el género -recurso a bloqueadores de la pubertad, hormonas sexocruzadas y bisturís-.
Aquí está conclusiones de los dos estudios:
Acta PediátricaUna revisión sistemática de casi 10000 resúmenes sugiere que actualmente se desconocen los efectos a largo plazo de la terapia hormonal sobre la salud física y psicosocial de los niños salvo que el tratamiento con GnRha (análogos de la hormona liberadora de gonadotropina) parece retrasar la maduración ósea y aumentar la densidad mineral ósea".
En esencia, a falta de estudios validados científicamente, el tratamiento de menores con bloqueantes de la pubertad y hormonas sexuales cruzadas es totalmente experimental porque se desconocen sus efectos, aparte de los demostrados sobre la mineralización ósea. Por lo tanto, estas terapias prescritos a falta de apoyo científico y de ensayos que demuestren su eficacia: que desde un punto de vista médico es absolutamente poco ético. Por lo tanto interrumpir la administración de dichos medicamentos hasta que haya estudios que comprueben rigurosamente sus beneficios.
Informes actuales sobre salud sexual"Cumplir hoy los criterios diagnósticos de disforia de género (DSM) o incongruencia de género (CIE) en niños o adolescentes no predice su persistencia en el futuro. Los médicos pueden estar equivocados en sus suposiciones sobre las causas, la persistencia y la trayectoria futura de la disforia de género en los adolescentes. El rápido aumento del número de jóvenes con disforia de género tratados con hormonas y cirugía y el retraso en la aparición del "arrepentimiento" (la referencia es a los detransitioners, ed.) significa que el alcance de los posibles daños iatrogénicos no se conocerá hasta dentro de varios años.
Las pruebas de la eficacia de estas intervenciones confirmatorias son escasas y de muy baja calidad. Aunque las pruebas de los beneficios son muy inciertas, la los daños a las funciones sexuales y reproductivas son ciertos, mientras que existen muchas incertidumbres sobre los efectos a largo plazo para la salud. En consecuencia, es Es difícil justificar éticamente que se sigan utilizando las hormonas y la cirugía como "tratamiento" de primera línea para los jóvenes con disforia de género.
Los argumentos políticos basados en la justicia social, los derechos civiles y la libertad de expresión son convincentes y poderosos en la arena pública. Pocos profesionales de la salud mental estarían en contra de estos derechos humanos vitales. Sin embargo, tienden a complicar las consideraciones de los clínicos sobre cómo responder a los adolescentes con disforia de género y sus familias.
Los padres quieren saber: "¿De dónde viene esta identidad?". "¿Qué pasa con las dificultades previas de mi hijo?" y de nuevo: "¿Le dará la transición a mi hijo la mejor oportunidad de una vida feliz y plena?". Los clínicos están éticamente obligados a representar honestamente la incertidumbre del estado actual de los conocimientos en lugar de afirmar que la modificación corporal es el mejor tratamiento, el más seguro y el más eficaz. Cuando una familia preocupada acude a nosotros, busca nuestra ciencia, no nuestras ideas y creencias políticas".
En el Reino Unido, Suecia, Finlandia, Noruega, Australia y varios estados de EE.UU., incluso en los Países Bajos, donde se inventó el "protocolo afirmativo", el enfoque farmacológico es desde hace tiempo objeto de gran preocupación y el debate está muy avanzado. En Italia, donde estas "terapias" se utilizan habitualmente, ni siquiera se puede saber el número de menores en tratamiento, mientras que la presión social sobre los adolescentes es muy fuerte, en particular el impulso léase "fabulosamente" como disforia de género todo trastorno psicológico, como demuestra la excesiva movilización de las escuelas para introducir el llamado "alias de carrera". Y, salvo contadas excepciones, la profesión médica cede ante el temor de ser acusada de transfobia.
Estos nuevos e importantes estudios demuestran la urgente necesidad de abrir un debate en la profesión médica en el que participe todo el público. Ya no es posible esperar.
Marina Terragni