La posición de las mujeres en la política se ve aún más disminuida y mortificada por el asunto Quirinale.
A partir de Una mujer, todos los nombres femeninos lanzado a la lucha, por Elisabetta Belloni a Marta Cartabia, a Emanuela Severino, Letizia Moratti y Elisabetta Casellati -que ofreció espontáneamente su garganta a su torturador, incapaz de calibrar su ambición- son en la picadora de carne del juego malo, destartalado y surrealista de los líderes masculinos. Con la excepción de Giorgia Meloni que jugó por su cuenta y -compartiendo o no sus horizontes políticos- no perdió la coherencia y la dignidad.
La voz de las mujeres no fue escuchada, salvo los pocos parados enviados a defender las posiciones de sus respectivos partidos en las tertulias ("nosotros pensamos", "nosotros proponemos", "nosotros no") mientras los hombres "decidían" todos los movimientos equivocados que hacían, Matteo Salvini y Giuseppe Conte encabezan la lista de tontos irresponsables. O los que fueron a recibir al presidente saliente, sonriendo con tacones de 18 pulgadas, para decirle que también era el presidente entrante, y celebrándose de la misma manera. selfies festivos para compartir una alegría que es sólo suya.
Balance: todos salimos magullados de esta semana horribilis. Nada ha cambiado, pero en realidad han cambiado muchas cosas.
La derrota de 'Una Donna' y de todas esas mujeres que son materia prima indiferenciada también la pagaremos nosotros.
Existe el riesgo de que el la deriva final de la política de "representación", cada vez más alejados de nuestra vida real (una brecha insalvable), ocupados en ganar los 6-7 meses que tardan en acumular una pensión, y que a partir de mañana se enfrascarán en sangrientas batallas cuerpo a cuerpo para ganar la reelección.
No podemos seguir ignorando que el nivel de la clase política dirigente, con raras excepciones, ha caído muy por debajo del nivel de la guardia, y esto también tiene que ver con el hecho de que la experiencia y la preparación de las mujeres siguen siendo mantenidas al margen y que el sistema de cooptación por parte de los hombres y la igualdad de cuotas favorece a los gregarios y a los devotosun desprecio por el mérito alimentado por la devastadora "uno vale por uno".
Una mujer, en efecto. Y, efectivamente, se demostró.
De ello se desprende que no podemos seguir mirando hacia otro lado, que las próximas elecciones generales -ya estamos en campaña electoral- son un asunto que nos preocupa y en el que debemos gastar nuestras mejores energías, elaborando propuestas y soluciones.
Marina Terragni