Gran Bretaña, como recientemente Canadá, Francia y Nueva Zelanda, también está a punto de aprobar una ley que prohíbe la terapia reparativa o de conversión, es decir, aquellos tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos destinados a intentar cambiar la orientación sexual de una persona gay o lesbiana.
Pero la ley NO cubrirá la llamada identidad de género.
En pocas palabras, la prohibición sólo se aplicará a los intentos de devolver la orientación homosexual a la "normalidad" heterosexual -una verdadera forma de tortura- mientras no se prohibirá el abordaje psicológico a las personas -especialmente a los menores- con disforia de géneroo se perciben a sí mismos como "no conformes" con su sexo de nacimiento.
La prohibición de las terapias psicológicas para estas personas, repetimos, sobre todo si son menores, allanaría de hecho el camino para los tratamientos hormonales -bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas- como la única alternativa viable, cuando hoy en día se cuestiona la eficacia y la no novedad de estos tratamientos no sólo en el Reino Unido sino en todo el Gran Norte, Australia y varios estados americanos.
Sobre todo, cuando el detransición o desisters, las chicas se iniciaron tempranamente en el camino de las hormonas y luego se arrepintieron -empezando por Keira Bell-. siguen atestiguando con fuerza la importancia de un enfoque psicológico inicial, enfoque que se les negó con consecuencias muy graves para su vida y su salud.
En Italia también se multiplican las peticiones de una ley que prohíba las terapias de conversión: entre otras el Consejo Municipal de Milán en el mes del orgullo va a considerar una moción en este sentido propuesto por la DP.
Pero sería un grave error no distinguir, como convenientemente hace Gran Bretaña, entre personas homosexuales y personas con disforia de género.
Más que un grave error, probablemente, el fuerte empuje de los transactivistas para impulsar -incluso por esta vía- la libre identidad de género o autoidentificación.
De hecho, no existe ninguna relación entre la orientación homosexual y la disforia de género, que, por muy "despatologizada" que esté por la OMS, sigue siendo un "trastorno de salud sexual" que, por tanto, requiere algún tipo de tratamiento, mientras que ser gay y lesbiana no constituye en absoluto un "trastorno a tratar", sino que es una variante natural de la sexualidad humana.
Asimilar las dos condiciones, y en particular combinarlas en un estado de derecho, es una grave error de perspectiva, que responde a la ideología y no a las necesidades reales de todos los implicados.
De hecho, se podría argumentar que el tratamiento temprano con hormonas menores no conforme con el género, Eludir el enfoque psicológico, para adaptar cosméticamente su cuerpo a su identidad percibida, es en sí mismo una forma de "terapia" reparadora en la Modelo iraní: en ese país, los homosexuales son duramente perseguidos, mientras que los que "cambian de sexo" son aceptados e integrados en la sociedad.
Marina Terragni