Un mundo enloquecido. En el Este un dictador brutal invade un país vecino, en Occidente, la deriva ideológica produce monstruos.
Si con el La novedad escocesa de la súper auto-identificación pensamos que habíamos llegado al cima de la ideología de género -una solicitud para poder intervenir en la partida de nacimiento para cambiar el sexo a voluntad original, esconderlo para siempre, y poder decir que has nacido mujer aunque seas un hombre a todos los efectos... bueno, nos equivocamos.
En Estados Unidos han ido más allá.
A propuesta presentada al Congreso pide prohibir la entrada en Estados Unidos a todo aquel que haya negado "el derecho a la vida, la libertad o la seguridad de las personas LGBT" o haya instigado a cometer tales actos o actuado de esta manera en nombre de terceros.
En esencia, comenta Kara Dansky, de WDI USA, no se debería permitir la entrada en Estados Unidos a nadie que no apoye la ideología de género, empezando, por supuesto, por el feministas críticas con el género.
De hecho, la crítica de género ya es despertó un acto agresivo en sí mismo.
Decir que el sexo y los cuerpos son reales, que un hombre que dice ser mujer no puede participar en competiciones deportivas femeninas, o no pueden ser acomodados en cárceles de mujeres, o no puede acceder al casas de acogida destinado a las mujeres maltratadas -algo que decimos todos los días con determinación- puede ser considerado como discriminación contra las personas LGBT, por lo tanto, un acto que niega "el derecho a la vida, la libertad o la seguridad de las personas LGBT" o que podría incitar a acciones violentas y discriminatorias.
Después de todo, el ddl muerto Zan (Art. 4(1)) amenazantemente declaró que "la libre expresión de convicciones u opiniones, así como las conductas legítimas relacionadas con el pluralismo de ideas o la libertad de elección no se veían afectadas", siempre que no puedan dar lugar a un peligro real de que se cometan actos discriminatorios o violentos".
En ese "siempre" estaba todo el espíritu del nuevo proyecto de ley estadounidense.
Así que si la Ley de Respeto Global -así se llama- se convierte en ley, ¡adiós Estados Unidos!
No más visados de entrada para nosotras las feministas.
Marina Terragni