En el Japón de 2020, el cuerpo de las mujeres sigue siendo una especie de comodidad que se puede comprar y consumir cuando se necesita.. "Mujeres de confort" primero para el ejército japonés, luego para los aliados, después para los empleados en las salidas de la empresa, y ahora también para otras mujeres. Es la llamada "prostitución de lesbianas". (fūzoku lesbiana).
No se trata de la prostitución dentro de la comunidad de lesbianas, sino de un intento de ampliar el "mercado" de la prostitución a las mujeres. Un verdadero estímulo para los "canibalismo".que se hace eco de un antiguo término despectivo para las lesbianas, tomogui ('caníbales').
En los últimos años, el fenómeno ha visto un pequeño boom, alimentado y publicitado por los medios de comunicación, por ejemplo el manga "De la tristeza fui al burdel de lesbianas. Informe" di Nagata Kabi, un éxito de ventas en 2016. No se trata de un cómic erótico: cuenta la retorcida psique de la protagonista, una mujer de 28 años sin experiencia sexual que podría estar sufriendo una depresión. Publicaciones como ésta, así como los "reportajes", han contribuido a dar a conocer este tipo de locales, provocando un aumento repentino del número de clientes y también de mujeres que piden "trabajar" allí.
El llamado "burdel de lesbianas". se propone a todas las mujeres como una "experiencia", y casi como una solución a la soledad, o un antídoto al trauma causado por la violencia masculina. Los clientes que pagan pueden probar la sexualidad lésbica sin ser lesbianas. Al igual que el protagonista del manga, son en gran parte mujeres, desde la oficinista que puede haber sido acosada en el trabajo, hasta el ama de casa que se pasa la vida en una jaula dorada. Algunos de los clientes son también mujeres que "trabajan" en la industria del sexo para los hombres. En lugar de dejar la prostitución, denuncian el acoso o rompen un matrimonio infeliz, se les ofrece "consuelo". explotando temporalmente la sexualidad y el calor humano de otra mujer.
A pesar de proponerse como solución, la llamada "prostitución lésbica" hace el juego al viejo sistema patriarcal. una forma de dividir a las mujeres y distraerlas de las críticas. Al mismo tiempo, vuelve a poner la sexualidad lésbica al servicio de la lógica masculina del capitalismo y permite monetizar la violencia contra las mujeres, convirtiendo su trauma en un negocio.
María Celeste