La guerra es el absurdo absoluto y vuelve a demostrarlo sumiéndonos en la afasia. Las palabras parecen perder su significado cuando se despliega la brutalidad como en estas horas. Entre los más sensatos, aferrados a la realidad, las de una mujer ucraniana a un joven soldado ruso: 'Guarda estas semillas de girasol, ponlas en tu bolsillo. Cuando mueras, crecerán flores". Esto es similar a lo que Etty Hillesum: "Florecer y dar frutos en cualquier terreno en el que uno esté plantado, ¿no podría ser esa la idea?".
Estar en contra de esta guerra y de todas las guerras es encontrar la confianza en las palabras, valorar esta confianza y hacerla crecer. Las palabras de Carla Lonzipor ejemplo, que había vivido la guerra y que habló de ello definitivamente: "La guerra siempre ha sido la actividad específica del macho y su modelo de comportamiento viril".
No hay nada menos nuestro que una guerra, hoy nos sentimos empujados aún más al borde del mundo. Detener la guerra es volver al centro de las cosas, encontrar las palabras, tomar la palabra. La fuerza que necesitamos sólo puede venir de aquí.
Alguien sugirió que puede ser una mujer, Angela Merkel, la que ponga cara a Europa en esta ocasión, un proyecto cuya fragilidad como unión puramente "comercial" estamos viendo actualmente. Al fin y al cabo, esa fue la cara de Europa durante muchos años. Otros se oponen al hecho de que querías el Nord Stream 2 - hoy en día en espera- y que esto fue un grave error, debilitando a Ucrania en beneficio de las relaciones germano-rusas. Pero esta razón hoy en día quizás parezca depender de otras.
Merkel ha sido la líder de una nación que ha experimentado las trágicas consecuencias de la guerra más que ninguna otra, durante casi medio siglo cortada en dos por un Muro que la ha humillado y debilitado, y sabe bien que la agresión rusa contra Ucrania podría marcar otro una "profunda ruptura en la historia de Europa". Nació en Hamburgo, en Occidente, creció en Templin, en la RDA, conoce muy bien esa realidad, habla ruso con fluidez, siempre ha dialogado con Putin aunque hoy lo condene duramente. Su autoridad política siempre ha estado fuera de toda dudareconocido en todo el mundo, y por tanto su capacidad de mediación y diálogo, dice que le gustaría ser recordada, con sus logros y con sus errores, como una "uno que intentó".
Sólo al final de su cancillería, durante una reunión con la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, Merkel aceptó llamarse a sí misma feminista. Según Alice Schwarzer, fundador de la revista Emma, lsu reticencia a adoptar posiciones abiertamente feministas era el precio a pagar por formar parte de una clase dirigente conservadora. que hasta entonces había sido enteramente masculina: Merkel, concluye Schwarzer, deja un legado que puede definirse como feminista. porque muchas niñas y mujeres la consideran una inspiración. Por decirlo así, Merkel "lo intentó". Intentó tantas veces como pudo escapar de la trampa de lo neutro y no renunciar a la diferencia de su mirada femenina.
Por todo ello, si no es demasiado tarde, Angela está en la mejor posición para encontrar esas palabras que podrían detener el horror de la guerra y ayudar a evitar la "profunda ruptura" que podría marcar nuestras vidas después de la catástrofe de Covid.
Todos deberíamos esperar este camino.
Marina Terragni